¿Por qué México Rocks?

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Comida

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Deliciosos platillos mexicanos

Los Méxicos

viernes, 18 de diciembre de 2009

"Hay cientos, si no es que miles de Méxicos"

Rubén Albarrán, Café Tacvba (uno de los mejores Méxicos)

¿Cuál es tu México?

Somos únicos

viernes, 4 de diciembre de 2009


La verdad es que la gente de México sí es única.
Hay de todo, es verdad, pero en general el mexicano es amable, generoso y sonriente.

Justo hace un par de semanas me topé con una japonesa en Argentina. Caminábamos por la peatonal Florida y me dijo: "Extraño la sonrisa de los mexicanos".

Ah, es que ella ha estado muchas veces por acá.

¿Ustedes extrañan las sonrisas cuando están lejos?

SMA, ¡un rincón único!

miércoles, 4 de noviembre de 2009


¿A veces no les dan ganas de escaparse de todo y vivir unos días en completa relajación?
Pues bien, a mí sí y he encontrado un rincón paradisiaco para hacerlo: San Miguel de Allende, Guanajuato.
¿Han estado ahí? Uf, si no lo han hecho, ¿qué esperan?
Súper bien ubicado, en la zona del bajío, este sitio es una sorpresa para todos los que hemos pisado sus suelos rústicos.
Lo que me gusta de San Miguel es que tiene una vibra muy peculiar; entre gringos y canadienses retirados, letreros bilingües, gente haciendo meditaciones, autobuses grandes sorteando las angostas calles, spas deliciosos, tiendas con diseños increíbles, mariachi en la plaza central y una catedral más gótica que lo acostumbrado en México, uno no puede mas que sentirse extasiado por la vista y la experiencia.
SMA no tiene parques de diversiones ni grandes centros comerciales, no, no, que para eso mejor vayamos a Guadalajara, Ciudad de México, León o incluso Querétaro que quedan cerca (o relativamente cerca). Aquí uno viene a calmar el blablabla mental, a disfrutar de las caminatas tranquilas, a ver bazares de arte y a platicar. Sí, a eso se va a Guanajuato.
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Tips para el viajero:
Más información sobre puntos de interés y hoteles, aquí.
No cuenta con grandes líneas directas de autobuses, por lo que habrá que transbordar, dependerá desde dónde se vaya, pero vale la pena el viaje.
Es un lugar caro, no tanto como los destinos de playa, pero no es barato.
Hay hostales y albergues más económicos para los backpaqueros.
Si eres extranjero, SMA te regalará un rostro de México que tal vez no hayas imaginado.

¡Cocinemos! Chilaquiles en salsa de chile guajillo

viernes, 16 de octubre de 2009




Chilaquiles


¿A poco no se ven deliciosos?

Así, inauguramos oficialmente esta sección de cocina, ¡qué rica la comida mexicana!

¿Y qué mejor que tener a un experto que nos diga cómo en cada receta?

Le damos la bienvenida a Ben, experto cocinero que nos enseñará a preparar deliciosas recetas.¡¡¡Gracias por colaborar con nosotros!!!

Arranquemos, pues, ¡cocinemos!

Oficialmente el otoño ya llegó y eso me pone de muy buen humor. Y que mejor manera de empezar un día nublado otoñal que con un desayuno de campeones. Uno de los desayunos más populares de México son los chilaquiles. Este desayuno es básicamente totopos (pedazos de tortilla fritos) bañados en salsa, verde o roja, y servidos con queso, crema, cebollas y huevos. Yo los preparé la semana pasada con salsa roja de chile guajillo, aquí les dejo la receta para este desayuno para la cruda, ¡jaja!

Guajillo peppers
Chilaquiles con salsa de chile guajillo

Los ingredientes:
  • 2-3 chiles guajillos, sin semillas y remojados por lo menos 5 minutos en agua hirviendo.
  • 2 tazas de tomate picado
  • 1/2 cebolla
  • 3 dientes de ajo
  • 1 cdita de comino
  • 2 tazas de caldo de pollo
  • sal al gusto
  • 6-8 tortillas, cortadas en cuartos y fritas u horneadas a 175°C hasta que estén crujientes.
La preparación:
  1. Licuar los chiles, tomate, cebolla y ajo.
  2. Verter la sasa en una cacerola sobre fuego alto. Calentar hasta que suelte el primer hervor.
  3. Reducir a fuego medio y agregar comino y caldo de pollo. Dejar que hierva otra vez, reducir a fuego lento por 10 minutos. Sazonar al gusto.
  4. Servir los totopos sobre el plato y verter salsa sobre ellos. Dejar que las tortillas absorban un poco de la salsa antes de servir. Servir los huevos al gusto, crema, queso, aguacate, cebolla o cualquier otro ingrediente con los que se quieran servir los chilaquiles.
Chilaquiles

¡Buen provecho!

Guía práctica para visitar Guadalajara (parte final)

martes, 8 de septiembre de 2009

 


(Comenzamos la visita en el post pasado)

A las 8 de la mañana ya estamos casi listos para entrar a la regadera. Un café; protector solar, las cámaras y mis folletos de turismo nos acompañan. Mi amigo prepara mentalmente la ruta que seguiremos y aceleramos el paso. Hay que verlo todo rápido.
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Comenzamos por una iglesia que me deja anonadada. Es majestuosa, alta, en perfectas condiciones... gótica; muy distinta a lo que estamos acostumbrados a ver en México: El Templo Expiatorio. Pero eso no es todo, justo detrás otro edificio tipo europeo nos saluda... pero éste de tipo cívico francés. Los lugareños le llaman “Paraninfo”, legalmente se llama Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara.
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Y luego, sin querer, en las alturas de una pared… una vaca va escalando… una vaca artística, colorida, que recuerda al Cow Parade que hace un par de años invadió la Ciudad de México.
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Pasamos cerca del ex-convento del Carmen, caminamos hasta la Plaza Guadalajara, vemos los palacios, las iglesias y otros edificios que rodean a ésta, a la Plaza de Armas y la de La Liberación. El Teatro Degollado es un edificio hermoso, sello indiscutible de la capital jalisciense… pero, para mí, el Hospicio Cabañas es lo que se lleva las palmas… es con lo que Guadalajara se roba mi corazón. 
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Finalmente nos topamos con un edificio de piedra. Todo pinta bien… es grande, parece fresco (con el calor que hace, ansío una sombrita). Es el Hospicio Cabañas. Compramos nuestro boletito y… patitas para qué las quiero. Recorremos los pasillos hasta que de pronto, por una puerta pequeña, descubro una capilla… o algo que se le parece. Emocionada jalo a mi acompañante (que ha desayunado kilos de paciencia) hacia adentro. Y babeo…
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Las paredes, las cúpulas, los techos están cubiertos por pinturas, por murales de un artista local: José Clemente Orozco. Ahí nomás, diríamos en México. En la cúpula de la capilla está la pieza central de la obra de Orozco en Guadalajara: El hombre de fuego. El artista, sin su brazo, está representado ahí, junto con los cuatro elementos… o tal vez sea un Ave Fénix que alza el vuelo, pero lo que sí se sabe en que todos estos murales se crearon con la finalidad de educar a un pueblo analfabeta y que los muralistas llevaron sus ideales revolucionarios (y socialistas) a la vista de todos. Afortunadamente. 
Después de éste recinto lo que se vea puede parecer pequeño, pero no si se cuenta con la asesoría correcta. Lo que hay que hacer es cambiar de ambiente por completo. El Mercado de San Juan de Dios es enorme, colorido, lleno de sonidos, aromas, texturas y sabores que envuelven todos los sentidos. Lo único que deseamos ya es una bebida refrescante y llenar el estómago.


 
Inmediatamente después, la Plaza de los  Mariachis nos da la bienvenida, aunque esta tarde está muy tranquila, casi en silencio. Mejor, partimos hacia Zapopan.
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Hay fiesta, un danzante falleció y sus compañeros de grupo le hacen un homenaje con plumas, cascabeles y música, justo en el atrio de la Basílica de la Virgen de Zapopan. ¡Qué grande que es! Atestada de gente, de globos, de música… La mejor forma de despedirme de Guadalajara.
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Sólo por 24 horas recorrí estos y muchos sitios más; disfruté de deliciosa comida, me encontré con guapetones hombres de grandes ojos y largas pestañas, me deleité con legendarias obras de arte, aprendí sobre zoología local, pero sobre todo, recordé lo bueno que es viajar con amigos… y, por supuesto, lo útil que puede ser un tripié.


Guía práctica para ver Guadalajara en dos días

martes, 1 de septiembre de 2009

Una guerrera coronada por chorros de agua, le llaman Minerva. Un arco colorido que nos da la bienvenida. Sol. Música de trompetas y guitarra; voces potentes y canciones sentidas. Mariachi.
Bebida que cala la garganta, que aclimata el estómago y el corazón; los aquieta, pero también los despierta. Tequila.
Machos con sombreros, lazos; montando caballos y haciendo interesantes y peligrosas volteretas, suertes. Mujeres con amplios, ampones vestidos; de colores, con listones, montando caballos al estilo inglés, de ladito. Charros y Escaramusas.
Hombres tomados de la mano por las calles. Banderas con los colores del arcoiris en las ventanas; bares y discotecas con bailable música y seres que no estás seguro si pertenecen al género masculino o femenino. Pero bailan; desenfrenadamente, desenfadadamente. Y se besan.
Comida picante, tortas de carne de cerdo en una salsa; que tienes que ayudarte a comer con una cuchara. Una torta ahogada.
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Bebida refrescante, fervor a una virgen. Gente, mucha gente. Calor. “Dame uno con todo, por favor”, le comento al joven que atiende el carrito que ofrece la bebida refrescante más “refrescante” de la región. El Tejuino. Estamos en Zapopan; en una placita sacada de cualquier revista internacional de viajes que describe el típico pueblo mexicano. Estoy con Richie, mi amigo del alma; en su tierra. Me habla con un tono extraño que no le conocía, como si cantara un poco. Así habla la gente de aquí. Así habla Guadalajara.
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No es la primera vez que piso tierras tapatías, no. Hace un par de años nos instalamos en la ciudad proclamando que estábamos haciendo el “archivo de actores y actrices más grande del país”. En el Centro Cultural Alarife Martín Casillas hicimos un casting de hombres y mujeres guapos (la mayoría), y tuvimos oportunidad de conocer algunos sitios de la capital jalisciense.
Pero esta vez es distinto.
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Cuando visitas un lugar, el que sea, generalmente te informas de qué ver; tal vez consigues unos mapas o preguntas dónde se encuentran los kioscos de información al turista (generalmente en el centro de la ciudad). Y entonces vas, conoces esto y lo otro; ensucias tus zapatos, te cansas, te asoleas. Proclamas haber visitado lo más posible en los pocos días que dura el paseo, afirmando que eres un experto en viajes y que te las sabes de todas todas en cuanto a recorridos turísticos se refiere... Pero, la verdad; siendo bien honestos, no hay nada como experimentar los lugares con un nativo. El tiempo alcanza más; los lugares conocidos son los adecuados; los alimentos ingeridos en el restaurancito más escondido y sólo visitados por lugareños no pueden ser mejores... todo cambia. ¡Que vivan los viajes con los lugareños!
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Así que, repito, esta vez es distinta. Guadalajara vista a través de un lente curioso (el mío) y una mente un tanto organizada, -en cuando a travesías se refiere- (la mía); pero guiada por una voz varonil, ronca, suave, amable... y experta. La de Ricardo, “El Richie”, como yo le llamo... el tapatío. Me enseña la tierra que lo vio crecer; la tierra en donde vive.
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Al salir de la terminal de autobuses hago un “escaneo” rápido de los autos estacionados. “Mmmmm.... camión, taxi, taxi, taxi, taxi, taxi, taxi, taxi... ¡oh!, trompita color vino; defensa un tanto descarapelada... ¡Es él!” Corro a abrazar a mi amigo, muy emocionada. “¡Estoy en tu terruño!” y se ríe. Insisto, habla un poco distinto, “¿Por qué cantas cuando hablas, puesn?!”, le pregunto.
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Nos encaminamos hacia su casa. Es un poco tarde pero él es noctámbulo y yo... yo quiero re-conocer. Nos detenemos en Tlaquepaque, pueblo famoso por su artesanía y... lo que veo es muy distinto a lo que espero. Es de noche, ¡diantres!, las tiendas están cerradas. Pero hay vida, mucha vida. El famoso “Parián” es un edificio grande, en donde hay numerosos restaurantes alrededor de un kiosco de pueblo en el que hombres y mujeres que visten coloridos trajes bailan esbozando una sonrisa. Cantan, ríen, se gritan entre sí. Yo me acerco un poco tímida para tomar algunas fotos y me preguntó dónde dejé mi tripié. “¡Demonios, por primera vez lo ocupo en alguno de mis viajes!”
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Parece que esos danzantes la están pasando de maravilla y que los comensales que los miran se divierten también. Uuuuh, huele a alcohol. Hay mucho tequila en las mesas. Pero no estamos ahí para cenar, así que mejor nos alejamos y seguimos caminando. Es una noche rica, no hace frío. Tlaquepaque está lleno de gente y música. Vendedores ambulantes abarrotan la plaza junto al Parián, pero la plaza principal está vacía... bueno, no del todo, los visitantes del día han dejado unos cuantos kilos de basura regada por todos lados. “Los trabajadores de limpia tendrán mucho que hacer durante la noche”, pienso. Hay una callecita que parece traída directamente desde San Miguel de Allende. Tal vez estoy siendo injusta; quizá estaba ahí desde antes de San Miguel, pero me recuerda a aquél pueblo guanajuatense. Es la calle Independencia, donde están los artistas más famosos y ricos de Tlaquepaque. Es encantadora y me pregunto cómo lucirá a plena luz; con todos los viandantes y comerciantes ofreciendo sus productos. Pero no es como un mercado; ¡no, qué va! Es todo excepto un mercado. Amplias galerías de afamados escultores, joyeros y pintores nos miran con las puertas cerradas.
Hay bancos ingeniosos, creativos que nos brindan un espacio de descanso. También hay cómicas esculturas de bronce a lo largo de nuestro recorrido y vuelvo a pensar por qué mi cámara no es mejor... ¡extraño mi tripié! “Vaya, para tomar fotos de noche en Guadalajara se necesita un trípode.”
Este lugar pertenece a la zona metropolitana de Guadalajara, la segunda más grande de México. Las malas (o buenas) lenguas dicen que aquí hay muchas mujeres hermosas. Y hombres guapos. Y gays. ¡Bueno, para todos los gustos!
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De pasada paramos a tomar unas cuantas fotos en el mero corazón de la ciudad. Qué bonita luce de noche. El primer punto es la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres… aunque en mi guía dice: “Rotonda de los hombres ilustres”. Tomo una fotografía y me platica mi acompañante que hace poco cambió de nombre debido a que había una estatua de una mujer entre puros caballeros; entonces se armó una gran polémica por el nombre… ¿ponerle “Rotonda de los hombres y la mujer ilustres”? No sonaba bien. Así que, como en español los plurales son (de todas formas) masculinos; a mí me sigue sonando a que hay puros hombres. Pero no, una damisela se ha colado entre esas figuras doradas que honran a esos oriundos de Jalisco que han dejado huella en la historia.
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Y, para terminar el paseo, un vistazo a la Plaza de Armas. El kiosco de ésta es afrancesado y definitivamente hermoso. Y sí, de noche es un espectáculo encantador, que vale la pena, a pesar de...  “Dios, ¡hay una rata ahí… y ahí… y ahí, ahí, ahí y allá!” Sé que tengo que sacar unas fotografías y maldigo de nueva cuenta el no tener mi tripié conmigo. Mi pedestal humano (el hombro de Richie) está más tranquilo y quieto que la fotógrafa que da brinquitos de terror ante los roedores que pasean junto a los lugareños tranquilamente (los unos y los otros) por la plaza. Nunca en mi vida había visto algo así. En el día, el lugar se llena de palomas, por lo que la atmósfera es muy distinta. Cuando se va la luz, la dinámica de los animales cambia, pero parece que a los tapatíos no les preocupa. Yo, sigo saltando hasta llegar al auto.
Nos vamos a dormir, pues el día siguiente comenzará temprano... y así es.
(Continúa…)
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Tips del viajero:

Si quieres ir y no sábes cómo, clickea acá.
Más atractivos turísticos detallados, aquí.
Página oficial de Turismo de Guadalajara, es por allá.

Día de Muertos: una tradición que se aferra a vivir

martes, 25 de agosto de 2009

siriusfem, dia de muertos


Existen pocas tradiciones ancestrales en México que siguen haciendo ruido en la vida de los lugareños. Las fiestas locales son eso, locales, y se respetan como tales; pocas trascienden, se vuelven famosas, se vuelven parte ya hasta del paisaje. Eso sucede con la Noche de Muertos en la comunidad purépecha de Michoacán.

Para muchos, no hay noche más emocionante que esta; noche más misteriosa, noche más lúgubre. Puede ser que comience incluso antes. Se dice que el 31 de octubre las brujas se juntan para el aquelarre anual. La leyenda indica que solamente la noche del 1 de noviembre las estatuas de Cervantes y de Don Vasco de Quiroga tienen permitido hablarse, frente a frente, en el Jardín de las Rosas de Morelia.

Qué mejor época para replantearse lo que se está construyendo en esta vida, para aligerar la carga, para reconciliarse con la muerte; para jugar con ella, para coquetearle, para reírse, burlarse de esa figura tan tenebrosa, tan misteriosa, tan temida, tan… tan…

El frío es básico. No hay celebración de Noche de Muertos sin gabanes o chipiturcos, sin sombreros de lana, sin bufandas. ¿Y qué sería de la celebración sin las Calaveritas de azúcar (si tienen nuestro nombre en la frente, mejor), sin las Catrinas, sin las flores amarillas, sin los panes con huesitos y azúcar encima, o sin los mercaditos de artesanías?

También hay que decir que es raro que haya celebración de muertos sin tumultos, sin curiosos, sin turistas con una o varias cámaras en mano; sin adolescentes borrachines, sin amigos queriendo trepar la estatua de Morelos en Janitzio, sin fiestas hasta el día siguiente, sin reuniones en Tzintzuntzan, sin música en las Yácatas, sin desmadre.

siriusfem, tradiciones


Pero todo comenzó con un rito ancestral, con un canto de recuerdo, de celebración a esos que nos han dejado. Un canto a la que se los ha llevado. Un grito a La Muerte.

El 1 de noviembre las poblaciones de la zona lacustre de Pátzcuaro se llenan de color, de luz; irónicamente se llenan de vida. Desde temprano, las personas llegan con ofrendas, flores (de preferencia Cempasúchil), juguetes, dulces, comida, fotografías, bebidas alcohólicas, chocolate caliente, hasta ropa… para, con todo esto, alzar un altar sobre la tumba de sus seres queridos. Por supuesto que la luz de las velas es la parte que más nos recuerda que estamos en un cementerio, o que en ese lugar se evoca a alguien que falleció.

Cada uno de los pueblos tiene sus propias celebraciones, pero las que destacan son las de Pátzcuaro, Tzintzuntzan y la isla de Janitzio.

Ese día, el primero del penúltimo mes del año, es cuando comienza todo. Por la mañana se recuerda en especial a los “angelitos”, es decir, a los niños muertos. La velación se llama “Kejtzitakua Zapicheri”. Los altares de los pequeños son un poco diferentes a los de los grandes, y para ser honesta, se siente más el hueco en la panza; se siente más el pesar de los duelos por los chiquitos. Hay juguetes, generalmente de madera (o los típicos luchadores de plástico duro), muñecas y dulces, muchos dulces.

siriusfem,

Los familiares ponen un altar con papeles de colores, la foto del ser querido, flores, velas y sus objetos favoritos en vida. Además, claro está, de la comida. No puede faltar el pulque consentido del muertito, o el pan dulce. Por la noche, la luz de las velas les indicará el camino a los espíritus que vienen, por una noche nada más, a visitar a sus vivos. La comida está ahí para ofrecerles un festín; los “del más allá” absorben el sabor de las bebidas y de los ricos platillos que se encuentran en el ese sitio exclusivo para ellos. Los rezos de los duelos se elevan para que su alma regrese en paz de un plano al otro, para comunicarles que piensan en ellos y, por supuesto, para que descansen en la eternidad.

Toda la noche es de vela, se escuchan los murmullos de las personas que recuerdan a los que ya se fueron. Se escuchan también los flashasos de las cámaras. Los olores de las flores, el chocolate caliente, el café, el alcohol, el pan, el mole o las decenas de guisados que acompañan a esas normalmente solitarias tumbas se mezclan, dando como resultado un inusual aroma, el aroma de este juego de Realismo Mágico, tan purépecha, tan mexicano, tan latinoamericano; tan nuestro.

Esa noche es de fiesta. Durante esa noche no hay espacio en el piso que no tenga pies, almas, lágrimas, esperanza, vida y muerte.

Así que si alguna vez deciden acercarse a Michoacán por noviembre, no duden en visitar algún panteón. Es posible hasta encontrarse a un alma famosa o incluso, encontrarnos a nosotros mismos frente a frente con “La Huesuda”, contándole alguna anécdota, algún chiste que le haga querer volver el siguiente año, pero eso sí, que ni se le ocurra llevarnos con ella.

Viajar solas y seguras

miércoles, 19 de agosto de 2009


Ahora le toca el a un tema que conozco bien: México recorrido por mujeres.

¿Han pensado cómo se puede ver México con lentes femeninos?

Recuerdo que hace un par de años unas amigas y yo fuimos a un bautizo a un pueblo cercano a Morelia. Íbamos en la camioneta de una de ellas y para mí era muy natural, pero para mis acompañantes no. Una mencionó que no le había dicho a su mamá que vendríamos puras mujeres solas en el auto, la otra que éramos algo así como valientes por viajar (¡¡¡a un pueblo a una hora de nuestra ciudad!!!) sin un hombre. Por un momento no lo pude creer, era como… irreal. En pleno siglo XXI, mujeres cercanas a mí, contemporáneas (treintañeras) y “modernas” no concebían el poder estar seguras por las carreteras del país (no quiero siquiera pensar en otras naciones).

Entonces, me puse a reflexionar si existe algún tipo de amenaza en contra de las damiselas frágiles y solitarias acechando después de cada curva. La respuesta fue no. Con esto no quiero decir que vivamos en un país cien por ciento seguro, no, no; pero hay que pensar en que incidentes pueden ocurrir en cualquier sitio y en que a ciertas horas y lugares hombres, mujeres o cetáceos debemos de tener cuidado. Es recomendable para TODOS tomar ciertas precauciones, pero eso no quiere decir que México sea un país especialmente peligroso para las aventureras.

siriusfem, mujeres viajando solas

Honestamente no me imagino tener que esperar a que un voluntario (masculino) levante la mano para planear un viajecito… ¿Se imaginan? “Hermano, ¿podrías ir conmigo a Pátzcuaro por un helado, con mis amigas y conmigo? Seguro te vas a aburrir, porque iremos hablando de hombres, hombres y hombres (para que el estereotipo sea todavía más fuerte, además de que siempre lo hacemos, ja), pero te necesitamos, por si se nos poncha una llanta o alguien nos ve feo.”

Momento, que no digo que los hombres no sean buenas compañías, ¡para nada! Sí que lo son, pero también conozco a muchas mujeres que viajan solas (sin otros/otras acompañantes) y todo va bien. Si existe algún incidente, tanto a ellos como a nosotras se nos puede complicar. Para eso, hay que cargar en la guantera los números telefónicos de los Ángeles Verdes, de la PFP y, por supuesto, de nuestra aseguradora. Esto, es si decidimos viajar en nuestro auto. (Ah, también asegúrense de traer crédito en el celular).

Afortunadamente en México existen buenas carreteras y autopistas. Yo les recomiendo que se compren una de esas guías del país que traen todos los caminos, hasta con kilómetros y mapas de las ciudades principales. Son una buena herramienta, para mí mucho mejor que los GPS, pero ahí cada quién.

En la mayoría de las casetas de cobro y gasolineras existen tienditas de abarrotes y baños públicos, pero no está de más traer papel de baño en el auto… por alguna emergencia. Establece tu ruta y no tengas miedo de tomar el volante y pisar el acelerador.

siriusfem, diversion

Una buena forma de darte una idea de qué es lo que verás en tu próximo destino, es visitar la página de viajes www.travelbymexico.com. Aquí encontrarás todo lo que necesitas. Léela con detenimiento e imprime lo que te parezca de más utilidad, por ejemplo: número de emergencias, datos de hoteles y oficinas de turismo, sitios recomendados, etcétera.

Date una idea general del lugar. También, échale un ojo a su blog, aquí podrás obtener algunas ideas como, -por supuesto- qué comer en los lugares que quieres visitar. Si vas a un estado desconocido para ti, sería una lástima que te perdieras de los sabores locales. Que no te dé miedo preguntar, recuerda, tu actitud es lo más importante, no te sientas desprotegida. Piensa que si en tu lugar de origen vas al mercado y a veces disfrutas unas buenas quesadillas sin sentirte en peligro, ¿por qué habría de ser distinto en otra ciudad de… ¡tu propio país!?

Ojo, que esto de tener todo planeado tampoco sea regla. El ir “puebleando” es una experiencia básica en tierras mexicas. Averigua un poco sobre la zona, es decir, una cosa es ser aventurero y otra ser ingenuo y descuidado.

Pero volviendo al recorrido, si optamos por viajar en avión o autobús, la cosa tal vez sea más sencilla. Hay que averiguar cómo llegar al destino que hemos elegido, desde el aeropuerto hasta el hostal/hotel/posada/casa donde nos hospedaremos, además de cómo movernos dentro de la ciudad. Afortunadamente México cuenta con un servicio de transporte público bastante eficiente (la leyenda cuenta que en Estados Unidos hay pocos camiones para pasajeros locales) y sitios seguros de taxis. ¡No dejes que el no tener un auto propio te detenga!

Tú dirás… ¿Hacia dónde dirigimos la ruta? ¿Hacia San Luis Potosí o Oaxaca? ¡México te espera!


PÁTZCUARO DE MIS AMORES (UN VIAJE AL PASADO II)

lunes, 10 de agosto de 2009


Retomando un poco nuestro viaje por tierras purépechas, estamos de camino a Pátzcuaro después de haberle dedicado un par de horas de nuestro día a Tzintzuntzan, el que con sus Yácatas nos dio la bienvenida a estos territorios.

Mireya, Sean y yo sólo pensábamos en ingerir los sagrados alimentos del día, así que al llegar a la ciudad lo primero que hicimos fue buscar un lugar donde sirvieran “menú” o, como se conoce en México (si eres de España, favor de creerlo) “comida corrida”, el cual generalmente incluye sopa, pasta o arroz, guisado, tortillas y agua; a veces (y si te portas bien) hasta postre; todo por una cantidad que puede ir entre los 25 y los 70 pesos. Encontramos un restaurantito justo en la calle que comunica las dos plazas más famosas del lugar. Nuestro amigo anglo-japonés se lanzó a la aventura y pidió lo mismo que nosotras: Sopa Tarasca, arroz, pollo con mole negro y flan (de cajita). El primer platillo es una mezcla entre sopa de frijol y de tortilla, con chile negro seco, crema y quesito desmoronado, ¡un manjar! De lo demás, ni qué decir, comimos tanto que tuvimos que caminar mucho para bajar el festín.

Ahora sí, bien servidos, nos dispusimos a recorrer los callejones, peleando de vez en cuando con ráfagas de lluvia. No sé porqué asocio Pátzcuaro con lluvia y amor, romance y muerte. Tal vez sea porque el clima es húmedo debido a su cercanía al lago, o porque aquí me re-enamoré de mi ex (al final no muy efectivo el pueblo), quizá porque en celebraciones de Día de Muertos no hay otro lugar en la Tierra mejor que Pátzcuaro para acercarte al mundo del culto a la muerte.

Estas tierras son un no tan silencioso testigo del pasado, mirando hacia el presente. Sus calles empedradas o pavimentadas, con edificios de estructura idéntica, blancos y marrón, con tejados en triángulo, con letreros lo menos llamativo posible, le dan la bienvenida al visitante.

Caminamos hacia la plaza Don Vasco (nuevamente Vasco de Quiroga se nos mete entre los pies) y nos sentamos en una de las grandes bancas. Por ahí un siriusfem, patzcuarogrupo de jóvenes le regalan al curioso (propio o extraño) la danza de los viejitos. Los niños miran atentos, sonriendo y tal vez creyendo que sí son ancianos los que bailan. Vendedores hippies ofrecen sus artesanías, sus joyas hechas con piedras extraídas de quién sabe dónde o cachivaches antiquísimos. No falta la señora que quiere que a fuerza le compremos alguno de sus manteles o carpetas, o la que quiera que Sean sea todo un macho, de esos de las películas de Jorge Negrete (con todo y sus ojitos rasgados) y nos conquiste, a las dos, con una rosa (para cada una, claro está). El vendedor de globos no puede faltar y el niño que hace berrinche para que la mamá le compre uno (¡de Pokémon, de Pokémon!) tampoco.

Visitamos el centro de atención turística y no sirvió de mucho. Nos metimos en algunas de las casas que rodean la plaza y sus patios centrales, coronados por arquería y macetas, nos hicieron enamorar aún más del sitio. La Casa de los Once Patios (de los cinco patios, actualmente) también es un lugar mágico. Entre artesanías, telares a la vieja usanza y rincones románticos disfrutamos de visiones del pasado mientras la lluvia coartaba nuestros ánimos de seguir caminando.

Cuando por fin el cielo se cansó, salimos por la calle que lleva directamente hacia la Basílica de Nuestra Señora de la Salud y que es uno de los caminos más bellos del mundo. Las iglesias con su apariencia viejísima y gente cargada de flores, los mercaditos de artesanías y los puestos de gelatinas con rompope nos recuerdan aquellos tiempos que sólo conocimos a través de los relatos de los tíos o abuelos.

La Basílica es grande, alta y es visitada por miles de fieles a lo largo del año asiriusfem, michoacan rendirle tributo y a pedirle a la virgen que les ayude en sus sufrimientos y los alivie.

Seguimos en nuestro recorrido y llegamos hasta la plaza de San Francisco. El extranjero encuentra totalmente “charming” el mercadito en donde las marchantas se pelean por el cliente y el olor a pescado nos hace huir.

Casualmente entramos a la biblioteca pública y nos atrapa. Es hermoso, con su gran mural y su techo altísimo, ¿quién hubiera imaginado un sitio así justo enfrente del lugar más atestado de transporte público, ruido y gritos de los alrededores? Junto hay un tianguis de artesanía que inmediatamente capta los flashazos de la cámara de Sean.

Después, llegó el momento de ir por la famosa nieve de pasta. En el portal Hidalgo sobrevive una de las tradiciones más antigua de la zona, la de las nieves. Hace más de cien años un lugareño, don Agapito Villegas, inventó la secreta fórmula que ha pasado de generación en generación y que ha conquistado los paladares de casi todos los visitantes. Nos lanzamos a la aventura helada y casi lo logramos, sólo faltó un cuarto para terminar el vasito, “demasiado dulce”, decimos.

Subimos al Cerro del Estribo desde donde la vista del lago y de la isla de Janitzio es fantástica. Pero lo que se lleva la tarde es otra cosa. Nos detenemos a disfrutar y algo nos llama la atención; un toro anda suelto cerca de nosotros. Al parecer se siente solo y quiere hacer amigos, por lo que se nos para enfrente y trata de coquetearnos. Lo logra por momentos, pero no nos arriesgamos demasiado y decidimos retirarnos.

Es hora de marcharnos, la luz se está extinguiendo. Nos llevamos un buen recuerdo de la deliciosa comida ingerida, nos llevamos un pedacito de Pátzcuaro en nuestras cámaras y nuestros corazones.

Hemos aprendido que bien vale la pena conservar las tradiciones, respetarlas para al final, poder, todos, disfrutarlas. Así es Pátzcuaro, un lugar donde la tradición no ha muerto… aunque la huesuda “Catrina” nos diga lo contrario.

P.D.: “La Catrina” es la representación de la muerte, es un esqueleto de mujer elegantemente vestida y famosísima en la época de Noche de Muertos. Surgió de la mente del artista mexicano José Guadalupe Posadas.

Un viaje al pasado, entre pirámides

lunes, 3 de agosto de 2009


Recorrer Michoacán es toda una experiencia. Y no sólo hablo de encontrar el autobús que nos lleve al destino, de viajar con pollos junto a nosotros (en caso que viajemos en tercera) o de no olvidar la música adecuada para el trayecto, si optamos por automóvil. Este estado ofrece un maravilloso abanico de posibilidades, de colores, de aromas, de sabores, de sonidos.

Cuando eres oriundo de estas tierras, en realidad no adviertes los grandes árboles que te ofrecen su sombra para descansar, o cuán buena y variada es la comida. Mucho menos te ocupas de conocer la historia y saber quién fue el famosísimo don Vasco de Quiroga. Así que decidimos dejar detrás nuestra ignorancia y lanzarnos a la aventura al ritmo de una pirekua (música típica purépecha) a todo volumen. Dos mexicanas y un anglo-japonés nos cargamos con cámaras, algo de dinero y zapatos cómodos para visitar dos lugares importantísimos en Michoacán: Tzintzuntzan y Pátzcuaro.

En este estado ubicado en el centro-occidente de México habitó el gran imperio Purépecha. Dichos guerreros no fueron derrotados ni por los poderosos aztecas, y eso que lo intentaron en varias ocasiones. La conquista por parte de los españoles se realizó de forma pacífica, algo así como una negociación, apoyada en gran medida en la conversión religiosa. Distintas congregaciones de sacerdotes arribaron desde la Madre Patria a estas zonas “olvidadas por Dios”. Hubo de todo, xenofobia, explotación, esclavitud y buenos personajes que se ocuparon de integrar a los indígenas al recién creado Virreinato. Uno de esos buenos hombres fue precisamente un cura español, quien llegaría a ser el obispo de Michuacan, Vasco de Quiroga. Él creó un sistema llamado “hospitales”, en donde no sólo se atendían las enfermedades de ibéricos, mestizos e indígenas, sino que se les daba refugio a estos últimos y se les enseñaba a crear maravillosas obras de arte con sus manos, utilizando como materia prima elementos de la región. Tal vez es por esto que Michoacán es una de las entidades donde aún se pueden encontrar una gran variedad de artesanía original.

Viajamos de Morelia por la autopista hacia Pátzcuaro y nos desviamos sólo unos kilómetros antes de llegar. Tzintzuntzan es un pueblito pequeño y pintoresco, en donde se pueden encontrar artículos divinos a precios aún más atractivos. Pero nuestra primera parada no fue el mercado sino la zona arqueológica del lugar.

Dos profesoras mexicanas entran gratis, un estudiante extranjero tiene que pagar 30 pesitos. Visita obligada al baño (limpitos) y un sitio vacío, exclusivo para nosotros tres.

La vista es espectacular. Verdísima vegetación a nuestro alrededor, pirámides rectangulares y circulares (llamadas Yácatas), el pueblo un poco más abajo, a nuestros pies, y montañas enmarcando el Lago de Pátzcuaro. Benditas cámaras digitales, nos dan “deditis” y casi hacemos una caricatura con tooodas las fotos que tomamos.

Nuestro primer impulso, claro, es escalar las pirámides, tratar de encontrar una subida segura entre todas las piedras que se alzan para formar la estructura… a pesar de que dice “no subir”. El diablito a nuestra izquierda nos incita a hacerlo, el angelito a la derecha nos dice que si lo hacemos estaremos contribuyendo a la destrucción lenta del sitio (¿o tal vez será que la estructura es débil y podemos caer a la tumba de algún rey o Caltzontzin al puro estilo de Indiana Jones?) Finalmente traspasamos el permiso para un par de fotos y bajamos el escaloncito a prisa para evitar ser detenidos por las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Nuestros pies están mojados por el pasto, por lo que aprendimos que debemos de traer botas y no tenis… pero no nos importa. La energía es fuerte y no nos queremos ir. Nos sentimos tranquilos, en paz… poderosos. El lugar es mágico; una mezcla entre sublime y armonioso. Lo que me parece increíble es que esté vacío y me pregunto cuántos mexicanos han visitado esta zona, han disfrutado este paisaje, y no vale la noche de muertos, cuando cientos de adolescentes alcoholizados parrandean por aquí y por allá.

Así, terminamos nuestro recorrido por las Yácatas y nos dirigimos al centro del pueblo. Como decía al principio del texto, el mercado de artesanías es un sueño hecho realidad: vivos colores, chúspata (tule o “mimbre”) en forma de canastos, adornos navideños, alcancías, botes de basura, sombreritos y sombrerotes; vajillas de cerámica y de barro, juguetes de madera, zapatos, perros callejeros… ¡ah!, eso no es parte de las artesanías, pero sí del folklore de todo poblado mexicano que se digne de serlo.

De ahí pasamos al monasterio franciscano del siglo XVI, un lugar encantador y rodeado de un aura mágica. Cuenta con una cruz atrial que encaja perfectamente con el paisaje definido por las casas de tejas rojas. Ahí también se encuentra una antigua estatua de Don Vasco, una capilla abierta, en donde se celebró misa por primera vez en Michoacán y los árboles con la apariencia más antigua que he visto, que te dan la impresión de estar ahí desde antes de la época del Imperio Purépecha… no sé, parecen árboles abuelos.

- ¡Una autofoto!, sonríe Mireya, abre los ojos, Sean.

A esa hora la tripa ya hacía ruidos extraños y, después de comprar unas cuantas gangas, encaminamos nuestra marcha (y nuestros vacíos estómagos) hacia Pátzcuaro, donde más sorpresas nos aguardaban.

Continúa…

Viajando en moto por México; Saltillo-Guanajuato-Guadalajara-Vallarta y de regreso. (Parte II)

miércoles, 29 de julio de 2009

Tanto tiempo sin escribir, y es que contrariamente a la percepción general, tengo que trabajar mucho para mantenerme estos gustitos y últimamente me han traído del rabo, pero bueno, ¿dónde iba yo? Ah sí, habíamos llegado a Guadalajara sin contratiempos que no nos permitieran continuar y ya queríamos rodar a Vallarta.

Salimos de Guadalajara tempranito (como a las 10am, jojojo, tempranito en idioma biker) y a pegarle. Fue en el tramo Guadalajara - Compostela donde entendí la fregonería de ser biker.
Era un día precioso para rodar, el sol alto en el cielo, algunas nubes blancas proveían de sombra de vez en cuando, y decidimos disfrutar el rol y pararnos cuando se pudiera a tomar una cheve –cerveza- y a ver pasar la vida, ¡¡¡no había prisa!!! Teníamos creo que toda la semana (era antes de navidad).

En la primera caseta encontramos una tiendita, nos paramos a hacer pipí (cada quien en lo suyo, por favor) y al estacionar la moto sucedió la magia de ser biker: la gente se acerca a ver las motos. Los más atrevidos te hacen preguntas, las más atrevidas te hacen la plática; mucha gente quiere compartir una anécdota, o sencillamente platicar, ¡poca madre! Era mi primer viaje largo, yo no sabía que esas cosas pasaban y estaba sorprendido e impresionado del poder de las motos.

Me encantó platicar con gente, escuchar anécdotas, compartir unas papitas, saber a dónde van los demás, enterarme que van a pasar navidad con el primo que se fue a Tepic y que le va de poca madre. Y eso es de lo más chingón de salir en la moto, realmente el biker entra en contacto con el aire, con la naturaleza y, sobre todo, con las personas (hay que evitar el contacto directo y violento con el pavimento, pero fuera de eso, no hay pedo). Si ven un biker por ahí tomando un refresco salúdenlo, lo más probable es que sea un cabrón alivianado y con ganas de cotorrear.
Total que llegando a Compostela nos paramos a quitarnos las chamarras porque hacía un calor del mal y a echarnos unas chevecitas más.

Bajando a la sierra noté que a la moto se le prendía un foquito que parece una batería, yo no tenía experiencia así que ni idea de qué podría ser, pero me valió y como a la hora se le apagó el foquito, "un lapsus pendejus de la moto" pensé yo. Como una hora antes de Vallarta, yo ya me veía semiencuerado andando con dos chiquitas en la moto (una adelante y una atrás), veía en mi cabeza el atardecer en el malecón y como se vería mi moto en contraste con el sol poniéndose, pasamos junto a una gas y se apaga la moto… me quedé sin batería.

"Puta madre", pensé, y lo hice porque cualquier cabrón que se precie de ser machito malhablado pensará "Puta madre" cuando pasa algo fuera del plan. Se baja mi compa y me dice "¿que tiene la chingadera?", y yo no tenía idea del funcionamiento mecánico de una moto, para mí era una combinación de fierro y goma que me llevaba del punto A al punto B pero pues ni idea de cómo jalaba, así que desde el fondo de mi ignorancia le contesté "Ps ha de ser la batería o la marcha porque no prende la muy zorra".

Total que nos quedamos en la gas y vino la primera idea "Hay que pasarle batería, a huevo con eso prende y llegamos a Vallarta y allá vemos" y se presentó el primer problema, ¿dónde estaba la batería?, afortunadamente traía extractos del manual y encontramos la batería, y una camioneta, y cables y la chingada, estábamos listos para la operación... no funcionó.

Con el tiempo aprendí que era porque estábamos pasando batería de manera incorrecta y que lo único que necesitaba era conectar el generador de la camioneta a mi batería por 15 minutos y con eso hubiera prendido la moto, pero noooooooo, eso se aprende a madrazos.

La segunda idea fue llevar la batería con un eléctrico para que le metiera una carga rápida. En chinga la desmontamos, buscamos un mecánico y se la llevamos "regresen en una hora", fue el designio del experto.

Estábamos en la tiendita anexa a la gas cuando se paró otro biker a ayudarnos, poca madre el wey se quedó un buen rato dándonos tips y la chingada, y es que si uno se queda tirado en el carro difícilmente se para algún parroquiano a ayudar, pero si es en moto es de volada que se pare alguien.

Total que a la hora vamos por la batería (un pedo para encontrar al eléctrico porque había ido por unas caguamas y no regresaba), le montamos la batería a la moto, yo estaba preparado para lo peor (pedir una grúa es el peor escenario posible), giré la llave... apreté el botón "run", escuché a la bomba de gasolina llenando los ductos, corrió el autotest de la compu de la moto, sabía que solamente tendría una oportunidad de darle marcha... presioné "start"... ¡¡¡¡el motor arrancó!!!!! Y córrele a Vallarta porque estaba cayendo la noche y la batería no estaba cargando (foquito prendido en el tablero). Llegué a Vallarta en tiempo record y luego luego con el mecánico especializado en Harleys, quien después de sesudas pruebas determinó que era el regulador de voltaje. Llamé a todas las tiendas Harleys del país a ver quién tenía uno y nada, había que importarlo y tardaría semanas en llegar. La solución: comprar dos baterías de repuesto y un cargador lento (en cualquier Comercial Mexicana, amigos) y usar la moto como si fuera un celular, o sea cargar las baterías toda la noche y en el día usarla moderadamente hasta que se descargaran.

Pues así, mis queridos amigos, me regresé una semana después hasta Monterrey, cambiando baterías en el camino y economizando energía.

El epílogo de esta historia es hasta chistoso, no era el regulador, era el estator y cualquier pendejo lo hubiera podido embobinar en Vallarta y no hubiera tenido pedos, pero eso se aprende con la experiencia, y no hay otra manera de adquirir experiencia más que sufriéndole y regándola.

Y así queridos amigos, fue el viaje Vallartense versión 1.01. He hecho algunos otros viajes más largos y más divertidos, pero a este específico le tengo cariño porque fue el primero de los primeros y donde aprendí (a la mala) lo que realmente significa ser biker de largo alcance.

A partir de ese viaje le tomé amor a la moto y dejó de ser un hobbie para convertirse en modo de vida. Hoy por hoy mis amigos son bikers y a veces cuando platico con gente que no anda en esto ya no me adapto tan fácilmente, ya no entiendo la vida acumulando stress por todas las responsabilidades, con limitaciones y sin toma de riesgos.

Cuando me subo a la moto me relajo, uso moto hasta para ir a trabajar y me siento feliz cuando estoy con los demás moteros hablando de carreteras y mecánica. Si estoy tenso voy a al taller a reunirme con los demás y a ayudar a armar/desarmar motos. Ojalá pudiera expresar la importancia que esto ha tenido en mi vida y lo mucho que ha cambiado mi percepción de las cosas, y este viaje tuvo mucho que ver en eso.

Y ahí luego les platico cómo es la comunicación de un biker con otro cuando se rueda en grupo sin el uso de radios o esas cosas modernas. También debo un post sobre mi teoría de porqué los bikers traen viejas chidas.

Y ya para irme les dejo un consejito bien chidito:

Ahora que es temporada de lluvias les recomiendo ampliamente sentir la lluvia, mojarse rico y no tenerle miedo al agua, porque cuando se mueran no van a sentir nada, ni la lluvia ni el frío ni nada (y se van a morir, eso se los prometo).


Gozen sus vidas y hagan lo que los ponga felices.

Manuel

De regreso y preparaciones

martes, 21 de julio de 2009

Lamento mucho el tiempo que ha pasado sin actualización este hermoso espacio, pero tenido unas semanitas de mucho trabajo, estrés y problemillas de salud. Pero aquí seguimos, viv@s.

Me pregunto si Manuel y sus amigos motocicletos lucen tan bien como los que andan por la ruta de los Mil Kasbahs en Marruecos, presentados por "Trota Mundos" de Travel & Living.

En fin, habrá que pedirle fotos.

Mientras llega la siguiente colaboración de los motociclistas, yo me doy tiempo para escribir y bajo las colaboraciones de nuestro fiel Trajeado a distintas partes, me gustaría preguntarles algo.

¿Qué les gustaría leer y ver en video sobre nuestro país? Pueden ser tan específicos como lo deseen.

Se me ocurren locuras como: reglas de tráfico en distintos sitios, horarios de tomar café, palabras y fases como mi favorita (actualmente) "novedosa", las fiestas locales, las reglas no dichas en la ciudad, las reglas no dichas en algunos pueblos... ¡el límite es el cielo!

Pero... ¿tú qué quisieras ver/leer?


Por ejemplo:




Gracias a Carlos Alcocer y Willi Souza, como siempre, por sus magníficos videos. Aunque ni se acuerden que me los prestan.

Viajando en moto por México; Saltillo-Guanajuato-Guadalajara-Vallarta y de regreso. (Parte I)

lunes, 6 de julio de 2009

Mi primer viaje largo en motocicleta fue de Saltillo a Vallarta puenteándole por Guanajuato.

Yo ya tenía cierto manejo y todos los fines de semana le pegaba al menos unos 300kms, tanto en moto deportiva como en la Harley, así que ya tenía idea de qué onda, pero siempre en el primer viaje se cometen todos los errores y se aprenden las lecciones de la manera más dura posible, pero me desvío (que es lo bueno de ser biker, uno se puede desviar a donde sea cuando sea, pero me vuelvo a desviar).

Había estado pensando en ese viaje por toda la semana e incluso una noche antes ya no pude dormir de la emoción, cosa que no me pasaba desde alguna navidad cuando era niño. El plan era rodar de Saltillo a Guanajuato, pasar una noche en Guanajuato en casa de mi cuate Guanabike, al otro día pegarle Guanajuato - Guadalajara para reventarnos el Guadalajara - Vallarta en una tercera jornada, era por ahí de las navidades así que había tiempo de sobra.

En la empacada subí el juego habitual de herramientas, ropa suficiente, cascos, chamarra, guantes, buff (como bufanditas para el viento), lentes... No, no, no, parecía Beduino con camello cargado, muy pronto me daría cuenta que era demasiado lo que traía cargando, pero bueno, ya llegaremos a eso.

En el día 1 rodé acorde a lo planeado. Tomé hacia el sur de Saltillo por la carretera 57 para subir por los Chorros, que es una parte con curvas sumamente divertidas, recomendable para pisarle en la medida de lo prudente porque es lo único divertido de manejar en los 600 kms que abarca la ruta. Justo donde terminan (comienzan) los chorros hay un restaurancito familiar que se llama "La herradura", no se pueden perder los chilaquiles con dos huevos estrellados, (digan que van de mi parte).

Eran días duros para rodar porque la carretera estaba llena de paisanos; personalmente me fastidia cómo manejan, es decir, a la velocidad en la que se sienten cómodos, sin importar el carril. No entienden que México es MUY diferente a Estados Unidos ¡y que aquí manejamos más rápido!

Total que en el lapso de 600kms me tocó ver dos accidentes serios y muy cerca de mí. Me sentía inseguro, como un ratón corriendo a través de una manada de elefantes, y también me tocó ver lo más bizarro que cargan los paisanos: Una pickup con un water... o sea un baño. ¡¡No entiendo cómo alguien puede recorrer miles de kilómetros cargando una taza de baño!!! Debí tomarle foto pero estaba en la etapa donde o manejaba moto o fotografiaba.

Pero desde ese viaje mi posición ante los paisanos es: o se adaptan o mejor no manejen, neta. Provocan muchos accidentes con sus chococamionetas y seguro hay un montón de muertitos cada temporada, pero me desvío de nuevo.

Llegué a Guanajuato a dormir una noche, para ya descansadito intentar salir al otro día temprano, pero la moto de mi cuate estaba en el taller, y el taller estaba en ¡¡San Miguel de Allende!!! Así que entre la ida por la moto y mil pendientes salimos de Guanajuato a Guadalajara cuando el sol se ponía y sufrimos un montón, éramos unos novatazos.

Resulta que traíamos de esos cascos ultramodernos con intercomunicador y la manga del muerto, desde ahí me juré no volver a usar radio, se distrae uno de a madres y afecta la sensación de aislamiento al rodar. El problema es que ninguno de los dos nos sabíamos las señales, entonces era manejar a ciegas porque, para acabarla de amolar, el faro de la vulcan (la de mi cuate) apuntaba directamente al cielo… ¡¡entonces no veía ni madres!!! Y además el frío, aprendí a la mala que hay que llevar ropa adecuada para las bajas temperaturas… Pero ¿qué tal llevaba la alforja llenita de jeans y ropa fresita pero ni un liner polar? Tremendo.

Aquí abriré un breve paréntesis para hablar de la comunicación entre motociclistas.

Hay de dos, o un intercomunicador o de plano señales. De las segundas luego hago post a parte (lo llamaremos “Rodando en manada”), pero el radiecillo ese es una reverenda… Ahí les va: Nolan hace unos cascos divinos con un hueco para blue tooth, el casco trae bocinas, micrófono, y el aparatito les maneja un iPod, comunicación piloto/pasajero, o comunicación con otras motos y además se puede conectar al celular de su preferencia para ir hablando por teléfono, ¿maravilloso o qué? Pues la verdad es que durante la semana de estreno la onda es ir hablando por teléfono, pero la triste realidad es que el sistema es complejo y si te quitas el casco ya todo deja de jalar y hay que programarlo de nuevo, entonces si te vas a tardar dos o tres minutos cada vez que te pones el casco pues es de flojera.

Digamos que carga gas toda la banda, ya todo mundo está listo pero te tienen que esperar porque tienes que programar la madre, dejarlo en modo stand by, conectarle el iPod, conectarle el intercomunicador, meterle el colmillo azul del celular, bajarle el volumen, ponerte el casco, acomodarte el cable, ponerte los guantes y vámonos…

Nada como ponerse casco, guantes¡¡¡ y a rodar!!! Personalmente quedé con muy mal sabor de boca con los aparatejos esos, soy biker a la antigüita, sólo requiero una moto y a veces un casco. Fin del paréntesis.

Total que a jalones y empujones llegamos a Guadalajara y al otro día (ahora sí tempranito) a Vallarta. Pero eso se los cuento en la segunda parte porque todavía nos esperaba un largo largo camino y un montón de dificultades de novatos, muy triste.

Manuel

El safari al Valle de las Piedras Encimadas

miércoles, 1 de julio de 2009




Un regalito de OAB




Nos habíamos salvado del caos informático (sí, aquel que se especulaba que podía ocurrir cuando terminara el año 1999). Tajis, Mike, Sanchez, Yadira, Betty, Gabito y yo emprendimos camino a un lugar del que habíamos escuchado maravillas pero que no aparecía en ningún mapa ni guía turística, el Valle de las Piedras Encimadas.

Nos quedamos de ver en la esquina de Insurgentes y Montevideo (donde estaba el Cine Lindavista con su torre de castillo de Cenicienta) a las 7:00 de la mañana. Todos llegaron puntuales y tomamos la autopista que va a Tulancingo, pasamos la ciudad y seguimos hacia Huauchinango, Puebla. A mitad del camino encontramos la desviación hacia Zacatlán y aproximadamente a 25 minutos encontramos la desviación a Camotepec.

Desde allí seguimos un camino de terracería que dura alrededor de 10 minutos y llegamos al Valle.



Llegamos alrededor de las 9:00 de la mañana y nos encontramos con un lugar lleno de neblina espesa donde lo único que apreciábamos eran coníferas y alguna que otra piedra que aparecía y desaparecía al capricho de la bruma.

Durante cerca de 1 hora estuvimos escalando y descubriendo que a cada paso encontrábamos nuevas formas, algunas parecían toboganes, otras parecían animales, la mente se daba vuelo imaginando un sinfín de formas que adivinábamos a través de la neblina.

De repente todo cambio, la neblina desapareció en cuestión de tres minutos y a lo lejos divisamos un hermoso valle con hierba y un río cruzando a través de él, donde se podía contar por cientos las formaciones rocosas con formas inauditas.


Un espectáculo sobrecogedor.









Cerca del lugar se pueden comer quesadillas en algunos puestos de comida que atienden las personas de la comunidad de Camotepec y a decir de sus leyendas las piedras son seres de otros tiempos que se petrificaron como castigo por su maldad.

Después de aquella ocasión volví otra vez con mi ahora esposa y el espectáculo fue diferente, sin neblina pero sí con mucho frió y un sol esplendoroso que iluminaba un valle verde.

Altamente recomendable para familias, grupos de amigos y sobretodo mountain bikers (ah, y fotógrafos curiosos que gustan de safaris).



19 de febrero de 2000.


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TIPS PARA VIAJEROS:

++SI USTED VA AL VALLE DE PIEDAS ENCIMADAS

Saliendo de la ciudad de Puebla tome la carretera federal núm. 19 a Zacatlán. Si sale del D.F. tome la autopista núm. 85 hasta Pachuca, Hidalgo, de ahí siga la carretera federal núm. 130 hasta Tejocotal. Una vez aquí hay que seguir por la carretera núm. 119 con dirección a Zacatlán y al llegar al pueblo de Ahuazotepec tome la desviación de terracería que conduce a Camotepec, último poblado cercano al Valle de Piedras Encimadas.

Fuente: México desconocido No. 275 / enero 2000

++Más información aquí.



¿Qué es un safari fotográfico?

jueves, 25 de junio de 2009

¿Alguno de ustedes ha realizado un viaje sólo por el gusto de fotografiar todo lo que encuentran a su pasa?

¿Sí? ¿A dónde?

¿No? ¿Pero les gustaría?

Yo he hecho algunos, pero recuerdo dos en particular: Cuitzeo/las Luminarias de Guanajuato y Mineral de Pozos/San Miguel Allende.

Pero hoy, me gustaría saber qué han hecho ustedes... y si tienen, ver y publicar sus fotos.

Viajando en moto, ¿qué empaco?, ¿qué me llevo?, ¿dónde comemos?

domingo, 14 de junio de 2009

El viajar en moto tiene muchos contras: se necesita ser biker de corazón para aguantar tanta cosa (no lo van a creer pero hay un club de bikers que se llama “los comemierdas”, jojojo).

Una de las desventajas principales es la limitante de espacio para llevar cosas.

Si se mueven en una deportiva a lo mucho dos morralitos, en una chopper como quiera trae dos alforjas (maletas laterales) y pueden poner otra maleta más en la parte trasera, ya una Harley grande tiene un poco más de espacio, pero pensemos en que solamente contamos con tres maletas, de las cuales una es para herramienta y equipo de seguridad, la mitad de otra para la chamarra y una maleta y media para ropa, desodorante, etc. etc. etc.

Pero comencemos por los básicos:


INDISPENSABLES:

Si no llevan estos, en buena onda ni salgan de su casa:

a) Una bolsa (preferentemente de lona resistente) con herramienta, lo más seguro es que algo se madree en el viaje, punto, no hay vuelta de hoja, las motos son caprichosas y se van a descomponer. En Harley Davidson venden unos kits plegables con herramienta básica, muy práctico pero muy caro.

Personalmente he optado por una bolsa de lona donde llevo lo necesario para reparar MI moto, y hay que pensar qué es bueno llevar y qué no es bueno llevar, obvio no van a llevar birlos de carro ya que no servirían de nada. Si no se la quieren desfalcar dense un rol al autozone, compren un juego de herramientas medida chica y lo vacían en la bolsa, le meten unas Allen, un desarmador de cruz de buen tamaño, unas cuantas colas de rata, una cinta de aislar y ya estuvo, no necesitan mucho más.

Siempre es bueno traer cables para pasar corriente pero este ya se los dejo como opcional, para que vean que soy buena onda.

b) Un par de guantes para frío y un par de guantes para calor, googles oscuros y googles claros, liner para lluvia (liner es una chamarra que va abajo de la chamarra), si viajan largo les va a llover. En algunas zonas va a hacer frío, en otras calor, recuerden que al rodar se sienten unos 10 o 12 grados centígrados menos que la temperatura reportada; así que nada como una chamarra hecha para bikers con ventilaciones adecuadas.
Van a rodar de noche así que lleven equipo adecuado para entonces; créanme, no quieren manejar en la selva chiapaneca en la noche con lentes oscuros porque si se atraviesa un perro ni lo van a ver. En equipo de seguridad no escatimen, duele regacho cuando uno toca el pavimento y es de lo más desagradable rodar mojado y con frío; por esto, el equipo de protección es importante, un biker incómodo es un biker distraído, y un biker distraído va a terminar en el piso.

c) Casco...... lo traen puesto y por eso no cuenta como carga pero siempre es bueno llevar un visor extra, la placa de acrílico que va en la parte de enfrente es intercambiable y cualquier biker tiene un montón de visores de repuesto para su casco, es bueno llevar uno extra, para que no se raye métanlo en un calcetín viejo y ¡¡¡voilá!!!

d) Windex, una botella chica con aspersor llenito de windex, sirve para limpiar el visor del casco, el parabrisas de la moto (si es que tiene), los cuartos, los faros y en general el windex es la onda, en cualquier lugar se vuelan papel de baño y con eso pueden limpiar las superficies importantes.

e) Bolsas de plástico para basura. Cuando uno llega al hotel puede dejar la ropa y así queda una alforja libre, a esa alforja le ponemos una bolsa grande y la llenamos de cheve y hielo y tenemos ¡¡¡una hielera!!! Ya cuando acabe el pedo sacamos la bolsa y la alforja sigue seca y lista para meter ropa.

CERO INDISPENSABLES

La ropa no es indispensable, recuerden, para un viaje de una semana completa (9 días, o sea dos fines de semana) necesitan 3 jeans a lo mucho, uno de ellos ya lo llevas puesto así que solamente empacas dos jeans, 2 playeras manga corta y dos de manga larga (si van en una Harley puras playeras Harley, si llevan de otra marca que no los vea yo usando el uniforme), unas chanclas ligeritas ligeritas, desodorante, loción, cepillo de dientes y pasta, calzones, calcetines, un short para nadar (uno nunca sabe cuando se va a atravesar un río maravilloso al que sencillamente te tienes que meter)...¡¡Y y ya!!, así de sencillo.

Para los que gustan de viajar con tenis, unos jeans para cada día, playeras diarias, zapatitos para antro, camisita fresona y bolsita de maquillaje, hay suburbans donde pueden ir sumamente cómodos, pero si van en moto van a tener que usar la lavandería del hotel o lo que se atraviese, y es mejor cargar con poca ropa porque en el camino pueden ir comprando playeras y gorras alusivas a los lugares visitados, son un gran recuerdo y las pueden usar en el camino.

Y finalmente la pregunta del millón, aquel cuestionamiento que Alejandro Magno tuvo que soportar de sus ejércitos al marchar hacia Asia, la incógnita que ha definido la relación entre amigos por siglos..."¿Pero dónde comemos, cabrón?"... La respuesta es sencilla, donde hayan un chinguero de trailers parados se come bien; es la regla de la carretera y se debe seguir al pie de la letra.

Cuando se suben a la moto para un viaje la onda es entrar en la actitud de que si se descompone, lo arreglamos, si nos da hambre, comemos y si nos da sueño, dormimos; pero todo esto sin un plan. Una de las cosas súper chidas es la flexibilidad de que te puedes parar donde se te dé la gana, continuar si se te antoja y en general ir en absoluta libertad de tomar el camino que más parezca tentador en el momento...

Nos vemos a la siguiente para contarles mi primer biker viaje y todo lo que pasó.

Manuel

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Ya para irme........ tip del día, váyanse con media alforja sin llenar para poder meter recuerdos que se atraviesen en el camino, no van a llevarle una vajilla a su mamá pero siempre te encuentras pendejaditas que ocupan poco espacio para recordar el bonito viaje.

Talking about Mexico

martes, 9 de junio de 2009

Why should I write something about Mexico?

There are loads of places to talk about my country. Places where native speakers (English speakers) give their opinions… And this will be one of them.

For now, a no-native English speaker but a native Mexican, wants to talk about this land… this wonderful land and everything that makes it soooo great.

'cause Mexico rules so hard!!

Do you need a hint?

Just take this one:



Si necesitaba explicarme por qué México Rocks... basta con ver ese video.

¿O quieren más?

De ser así, ¡visítanos! Seguro te la pasarás bien leyéndonos.

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Sobre el video:

Producido por Industria Film Studios.
Fue dirigido por Willy Sousa.

Deliciosa Oaxaca

lunes, 8 de junio de 2009

Es difícil describir un sitio que no se ha visto por muchos años, pero si pienso en Oaxaca, inmediatamente viene un concepto a mi mente: COMIDA.

Este espacio no es lo suficientemente largo como para hacerle justicia a uno de los estados más ricos del país… porque Oaxaca es Oaxaca.

Esa palabrita con una redonda inicial y una extraña equis en medio evoca sensaciones en mí: barriga llena, árboles hermosos, arquitectura perfecta, pies cansados, amigas tragonas, extranjeros hippies y sol… mucho sol.

Pero sí, para mí, Oaxaca, antes que Monte Albán, sus calles del centro, el gigante silencioso de siglos, las playas (que no conozco), fiestas, barro negro, música… es gastronomía.

Recuerdo las manos morenas de gente sonriente y amable; gente cálida que no acepta un “no” por respuesta (así que si andas a dieta, tendrás que ser muy firme o de plano romperla). Los alimentos son parte del corazón oaxaqueño, se me figura un poco como traer a Tita de Como Agua para Chocolate al siglo XXI.

Aquí se puede gastar como un duque, pero también se puede comer bueno, bonito y barato. Dependerá del presupuesto… aunque yo recomiendo que sin importar lo gorda que esté nuestra cartera, nos demos una vuelta al mercado BJ, Benito Juárez, pues. Ahí es EL lugar para los antojitos regionales. También está La Casa de la Abuela en el corazón de la ciudad, pero es más fresón, no hay como mezclarse con los colores y olores del mercado.

Una buena tlayuda (que es como un sope chilango gigante, o una tortilla gruesa gigante), de tasajo, por ejemplo, es un manjar para cualquiera. O de Cecina, para los menos dietéticos (ajá). Ojo: la cecina en este rincón mexicano es de carne de cerdo enchilada… y el tasajo es carne de res salada (para que no los sorprendan). Sólo que hay que hablarle al estómago bonito antes y después, para que no se nos vaya a poner fifí y a refunfuñar por tanta comida.

No sólo los nombres de los platillos son exóticos, sino que son ricamente sazonados, "especiados"(¿término inventado por mí?).

Las tortillas hechas a mano son enormes, y te alcanza para un súper taco de amarillo, de verde o de coloradito. Y no hablo de las tonalidades, sino de guisos para chuparse los dedos.

Ok, explico de qué se trata.

Son platillos elaborados con carne y una especie de mole o curry. Por ejemplo, el coloradito es carne de cerdo preparado con ajo y ajonjolí, en salsa de jitomate, comillo y chile.

Pero si parece muy condimentado, ¿habrá algún valiente que prefiera un taquito de chapulines con chilito y limón?

Aunque si andamos de antojo más internacional, los lugareños adoran dos restaurantes: El Bar Jardín y el Terranova, ambos en el zócalo de Oaxaca City. Afuera del Bar Jardín siempre hay música: marimba o mariachi, así que hasta para nuestra foto de postal nos servirá darnos una vueltita.

Si queremos salirnos de lo más turístico, las Tlayudas de la calle Libres es una buena opción, sólo que es para echar cenita con los amigos.

Los más aventureros también saldrán satisfechos del tianguis dominguero de Tlacolula, como a 40 minutos de la capital del estado. Es MUY famoso por la barbacoa y el mezcal, por lo que es probable que terminen hasta las manitas, así que habrá que designar a un conductor... ah, caray, ¿y por qué habrían de salir borrachines? Porque te dan muestritas de mezcal de miles de sabores, ¿¡quién podría negarse?! Entonces, como están bien sabrosos y te dan sólo una probadita… y te das vuelo con todos los sabores.

Hay que tenerle respeto al mezcal, por favor.

Por lo tanto,si tenemos sed, es mejor ir por una agua de Casilda… no se me espanten, que los oaxaqueños no son caníbales (hasta lo que sé, al menos). Casilda era una señora que se hizo famosa por sus deliciosas aguas frescas, que se volvieron tradición obligada en Oaxaca. Nomás hay que darse una vuelta al mercado 20 de Noviembre para echarse una (agua fresca).

Demoniossssssssssssss… ¿por qué no he vuelto?

¿Y ya? ¿Esto es todo? No, claro que no. Después les contaré de Santa María del Tule, de Monte Albán y el francés apestoso; de Mitla, los árboles abrazables y el regateo (maaaravilloso) de la tía Chonita (la tía Raquel, pues).

Ah, por supuesto, no podrán faltar las compritas, pues para mí, junto a Chiapas y Michoacán, este es un paraíso de las compritas.

Arggg….Por cierto, ya viene la Guelaguetza, este año el 20 y 27 de julio.

Ya, ya le paro, porque esto se hizo muy largo, nomás no me vengan con pretextos para no visitar y experimentar Oaxaca. Sus paladares lo agradecerán. Y mucho.







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Tips para viajero: Si requieres más información sobre el estado y no puedes esperar a que se publique aquí, visita cualquiera de estas ligas:

Más seria.


A dónde ir ya estando por los rumbos.


Todo para el turista que va a Oaxaca.


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Sobre el video:

Producido por Industria Film Studios, es el promocional del estado de Oaxaca de 2009.
Fue dirigido por Willy Sousa, quien me dirigió en aquel famoso Cinemiuto donde la hago de monja y que nos otorgó todos los permisos para que difundamos su magnífica obra.

¡Gracias Willy!
¡Gracias Carlos!
¡Gracias Tarus, por la asesoría!