¿Por qué México Rocks?

¿Por qué México Rocks?
Averígualo

Bloggers que aman México

Bloggers que aman México
¿Te interesa compartir con nosotros?

We love Mexico in English

Comida

Comida
Deliciosos platillos mexicanos

Un viaje al pasado, entre pirámides

lunes, 3 de agosto de 2009


Recorrer Michoacán es toda una experiencia. Y no sólo hablo de encontrar el autobús que nos lleve al destino, de viajar con pollos junto a nosotros (en caso que viajemos en tercera) o de no olvidar la música adecuada para el trayecto, si optamos por automóvil. Este estado ofrece un maravilloso abanico de posibilidades, de colores, de aromas, de sabores, de sonidos.

Cuando eres oriundo de estas tierras, en realidad no adviertes los grandes árboles que te ofrecen su sombra para descansar, o cuán buena y variada es la comida. Mucho menos te ocupas de conocer la historia y saber quién fue el famosísimo don Vasco de Quiroga. Así que decidimos dejar detrás nuestra ignorancia y lanzarnos a la aventura al ritmo de una pirekua (música típica purépecha) a todo volumen. Dos mexicanas y un anglo-japonés nos cargamos con cámaras, algo de dinero y zapatos cómodos para visitar dos lugares importantísimos en Michoacán: Tzintzuntzan y Pátzcuaro.

En este estado ubicado en el centro-occidente de México habitó el gran imperio Purépecha. Dichos guerreros no fueron derrotados ni por los poderosos aztecas, y eso que lo intentaron en varias ocasiones. La conquista por parte de los españoles se realizó de forma pacífica, algo así como una negociación, apoyada en gran medida en la conversión religiosa. Distintas congregaciones de sacerdotes arribaron desde la Madre Patria a estas zonas “olvidadas por Dios”. Hubo de todo, xenofobia, explotación, esclavitud y buenos personajes que se ocuparon de integrar a los indígenas al recién creado Virreinato. Uno de esos buenos hombres fue precisamente un cura español, quien llegaría a ser el obispo de Michuacan, Vasco de Quiroga. Él creó un sistema llamado “hospitales”, en donde no sólo se atendían las enfermedades de ibéricos, mestizos e indígenas, sino que se les daba refugio a estos últimos y se les enseñaba a crear maravillosas obras de arte con sus manos, utilizando como materia prima elementos de la región. Tal vez es por esto que Michoacán es una de las entidades donde aún se pueden encontrar una gran variedad de artesanía original.

Viajamos de Morelia por la autopista hacia Pátzcuaro y nos desviamos sólo unos kilómetros antes de llegar. Tzintzuntzan es un pueblito pequeño y pintoresco, en donde se pueden encontrar artículos divinos a precios aún más atractivos. Pero nuestra primera parada no fue el mercado sino la zona arqueológica del lugar.

Dos profesoras mexicanas entran gratis, un estudiante extranjero tiene que pagar 30 pesitos. Visita obligada al baño (limpitos) y un sitio vacío, exclusivo para nosotros tres.

La vista es espectacular. Verdísima vegetación a nuestro alrededor, pirámides rectangulares y circulares (llamadas Yácatas), el pueblo un poco más abajo, a nuestros pies, y montañas enmarcando el Lago de Pátzcuaro. Benditas cámaras digitales, nos dan “deditis” y casi hacemos una caricatura con tooodas las fotos que tomamos.

Nuestro primer impulso, claro, es escalar las pirámides, tratar de encontrar una subida segura entre todas las piedras que se alzan para formar la estructura… a pesar de que dice “no subir”. El diablito a nuestra izquierda nos incita a hacerlo, el angelito a la derecha nos dice que si lo hacemos estaremos contribuyendo a la destrucción lenta del sitio (¿o tal vez será que la estructura es débil y podemos caer a la tumba de algún rey o Caltzontzin al puro estilo de Indiana Jones?) Finalmente traspasamos el permiso para un par de fotos y bajamos el escaloncito a prisa para evitar ser detenidos por las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Nuestros pies están mojados por el pasto, por lo que aprendimos que debemos de traer botas y no tenis… pero no nos importa. La energía es fuerte y no nos queremos ir. Nos sentimos tranquilos, en paz… poderosos. El lugar es mágico; una mezcla entre sublime y armonioso. Lo que me parece increíble es que esté vacío y me pregunto cuántos mexicanos han visitado esta zona, han disfrutado este paisaje, y no vale la noche de muertos, cuando cientos de adolescentes alcoholizados parrandean por aquí y por allá.

Así, terminamos nuestro recorrido por las Yácatas y nos dirigimos al centro del pueblo. Como decía al principio del texto, el mercado de artesanías es un sueño hecho realidad: vivos colores, chúspata (tule o “mimbre”) en forma de canastos, adornos navideños, alcancías, botes de basura, sombreritos y sombrerotes; vajillas de cerámica y de barro, juguetes de madera, zapatos, perros callejeros… ¡ah!, eso no es parte de las artesanías, pero sí del folklore de todo poblado mexicano que se digne de serlo.

De ahí pasamos al monasterio franciscano del siglo XVI, un lugar encantador y rodeado de un aura mágica. Cuenta con una cruz atrial que encaja perfectamente con el paisaje definido por las casas de tejas rojas. Ahí también se encuentra una antigua estatua de Don Vasco, una capilla abierta, en donde se celebró misa por primera vez en Michoacán y los árboles con la apariencia más antigua que he visto, que te dan la impresión de estar ahí desde antes de la época del Imperio Purépecha… no sé, parecen árboles abuelos.

- ¡Una autofoto!, sonríe Mireya, abre los ojos, Sean.

A esa hora la tripa ya hacía ruidos extraños y, después de comprar unas cuantas gangas, encaminamos nuestra marcha (y nuestros vacíos estómagos) hacia Pátzcuaro, donde más sorpresas nos aguardaban.

Continúa…

6 comentarios:

Icarus dijo...

Y comieron helado de pasta en Patzcuaro??

3 de agosto de 2009, 13:01
Lata dijo...

Sí, eso es lo que sigue =)

3 de agosto de 2009, 13:34
OAB dijo...

Una hermosa y dominante vista del lago de Patzcuaro, tarde soleada, viento estre los árboles y el sonido de un caracol... ese es mi recuerdo de Tzin tzun tzan.

3 de agosto de 2009, 16:18
Emilio M O dijo...

Fuiste a San Juan Nuevo? y sus ruinas volcanizadas (no se si asi se diga).

Y es que para viajar por el terruño se llevaria uno varias semanas. (te falta conocer mi pueblo)

SalU2

3 de agosto de 2009, 19:31
Icarus dijo...

Es que Michoacan da para semanas de viaje!!! esta de poca madre.....
Los boquerones que venden a la orilla del lago con salsa valentina son la onda...... y en donde venden las nieves de pasta hay que pedir una mitad mandarina mitad pasta!!! riquisimo

4 de agosto de 2009, 7:14
Jo dijo...

yo quiero ir!"

7 de agosto de 2009, 7:54

Publicar un comentario

No sea tímido, todos hemos sido viajeros. ¡Coméntele!