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Viajando en moto por México; Saltillo-Guanajuato-Guadalajara-Vallarta y de regreso. (Parte II)

miércoles, 29 de julio de 2009

Tanto tiempo sin escribir, y es que contrariamente a la percepción general, tengo que trabajar mucho para mantenerme estos gustitos y últimamente me han traído del rabo, pero bueno, ¿dónde iba yo? Ah sí, habíamos llegado a Guadalajara sin contratiempos que no nos permitieran continuar y ya queríamos rodar a Vallarta.

Salimos de Guadalajara tempranito (como a las 10am, jojojo, tempranito en idioma biker) y a pegarle. Fue en el tramo Guadalajara - Compostela donde entendí la fregonería de ser biker.
Era un día precioso para rodar, el sol alto en el cielo, algunas nubes blancas proveían de sombra de vez en cuando, y decidimos disfrutar el rol y pararnos cuando se pudiera a tomar una cheve –cerveza- y a ver pasar la vida, ¡¡¡no había prisa!!! Teníamos creo que toda la semana (era antes de navidad).

En la primera caseta encontramos una tiendita, nos paramos a hacer pipí (cada quien en lo suyo, por favor) y al estacionar la moto sucedió la magia de ser biker: la gente se acerca a ver las motos. Los más atrevidos te hacen preguntas, las más atrevidas te hacen la plática; mucha gente quiere compartir una anécdota, o sencillamente platicar, ¡poca madre! Era mi primer viaje largo, yo no sabía que esas cosas pasaban y estaba sorprendido e impresionado del poder de las motos.

Me encantó platicar con gente, escuchar anécdotas, compartir unas papitas, saber a dónde van los demás, enterarme que van a pasar navidad con el primo que se fue a Tepic y que le va de poca madre. Y eso es de lo más chingón de salir en la moto, realmente el biker entra en contacto con el aire, con la naturaleza y, sobre todo, con las personas (hay que evitar el contacto directo y violento con el pavimento, pero fuera de eso, no hay pedo). Si ven un biker por ahí tomando un refresco salúdenlo, lo más probable es que sea un cabrón alivianado y con ganas de cotorrear.
Total que llegando a Compostela nos paramos a quitarnos las chamarras porque hacía un calor del mal y a echarnos unas chevecitas más.

Bajando a la sierra noté que a la moto se le prendía un foquito que parece una batería, yo no tenía experiencia así que ni idea de qué podría ser, pero me valió y como a la hora se le apagó el foquito, "un lapsus pendejus de la moto" pensé yo. Como una hora antes de Vallarta, yo ya me veía semiencuerado andando con dos chiquitas en la moto (una adelante y una atrás), veía en mi cabeza el atardecer en el malecón y como se vería mi moto en contraste con el sol poniéndose, pasamos junto a una gas y se apaga la moto… me quedé sin batería.

"Puta madre", pensé, y lo hice porque cualquier cabrón que se precie de ser machito malhablado pensará "Puta madre" cuando pasa algo fuera del plan. Se baja mi compa y me dice "¿que tiene la chingadera?", y yo no tenía idea del funcionamiento mecánico de una moto, para mí era una combinación de fierro y goma que me llevaba del punto A al punto B pero pues ni idea de cómo jalaba, así que desde el fondo de mi ignorancia le contesté "Ps ha de ser la batería o la marcha porque no prende la muy zorra".

Total que nos quedamos en la gas y vino la primera idea "Hay que pasarle batería, a huevo con eso prende y llegamos a Vallarta y allá vemos" y se presentó el primer problema, ¿dónde estaba la batería?, afortunadamente traía extractos del manual y encontramos la batería, y una camioneta, y cables y la chingada, estábamos listos para la operación... no funcionó.

Con el tiempo aprendí que era porque estábamos pasando batería de manera incorrecta y que lo único que necesitaba era conectar el generador de la camioneta a mi batería por 15 minutos y con eso hubiera prendido la moto, pero noooooooo, eso se aprende a madrazos.

La segunda idea fue llevar la batería con un eléctrico para que le metiera una carga rápida. En chinga la desmontamos, buscamos un mecánico y se la llevamos "regresen en una hora", fue el designio del experto.

Estábamos en la tiendita anexa a la gas cuando se paró otro biker a ayudarnos, poca madre el wey se quedó un buen rato dándonos tips y la chingada, y es que si uno se queda tirado en el carro difícilmente se para algún parroquiano a ayudar, pero si es en moto es de volada que se pare alguien.

Total que a la hora vamos por la batería (un pedo para encontrar al eléctrico porque había ido por unas caguamas y no regresaba), le montamos la batería a la moto, yo estaba preparado para lo peor (pedir una grúa es el peor escenario posible), giré la llave... apreté el botón "run", escuché a la bomba de gasolina llenando los ductos, corrió el autotest de la compu de la moto, sabía que solamente tendría una oportunidad de darle marcha... presioné "start"... ¡¡¡¡el motor arrancó!!!!! Y córrele a Vallarta porque estaba cayendo la noche y la batería no estaba cargando (foquito prendido en el tablero). Llegué a Vallarta en tiempo record y luego luego con el mecánico especializado en Harleys, quien después de sesudas pruebas determinó que era el regulador de voltaje. Llamé a todas las tiendas Harleys del país a ver quién tenía uno y nada, había que importarlo y tardaría semanas en llegar. La solución: comprar dos baterías de repuesto y un cargador lento (en cualquier Comercial Mexicana, amigos) y usar la moto como si fuera un celular, o sea cargar las baterías toda la noche y en el día usarla moderadamente hasta que se descargaran.

Pues así, mis queridos amigos, me regresé una semana después hasta Monterrey, cambiando baterías en el camino y economizando energía.

El epílogo de esta historia es hasta chistoso, no era el regulador, era el estator y cualquier pendejo lo hubiera podido embobinar en Vallarta y no hubiera tenido pedos, pero eso se aprende con la experiencia, y no hay otra manera de adquirir experiencia más que sufriéndole y regándola.

Y así queridos amigos, fue el viaje Vallartense versión 1.01. He hecho algunos otros viajes más largos y más divertidos, pero a este específico le tengo cariño porque fue el primero de los primeros y donde aprendí (a la mala) lo que realmente significa ser biker de largo alcance.

A partir de ese viaje le tomé amor a la moto y dejó de ser un hobbie para convertirse en modo de vida. Hoy por hoy mis amigos son bikers y a veces cuando platico con gente que no anda en esto ya no me adapto tan fácilmente, ya no entiendo la vida acumulando stress por todas las responsabilidades, con limitaciones y sin toma de riesgos.

Cuando me subo a la moto me relajo, uso moto hasta para ir a trabajar y me siento feliz cuando estoy con los demás moteros hablando de carreteras y mecánica. Si estoy tenso voy a al taller a reunirme con los demás y a ayudar a armar/desarmar motos. Ojalá pudiera expresar la importancia que esto ha tenido en mi vida y lo mucho que ha cambiado mi percepción de las cosas, y este viaje tuvo mucho que ver en eso.

Y ahí luego les platico cómo es la comunicación de un biker con otro cuando se rueda en grupo sin el uso de radios o esas cosas modernas. También debo un post sobre mi teoría de porqué los bikers traen viejas chidas.

Y ya para irme les dejo un consejito bien chidito:

Ahora que es temporada de lluvias les recomiendo ampliamente sentir la lluvia, mojarse rico y no tenerle miedo al agua, porque cuando se mueran no van a sentir nada, ni la lluvia ni el frío ni nada (y se van a morir, eso se los prometo).


Gozen sus vidas y hagan lo que los ponga felices.

Manuel

2 comentarios:

Mequetrefe dijo...

Que entrada tan chingona, quiero una moto, AHORA

30 de julio de 2009, 10:41
Baterías Motos dijo...

Interesante tema, gracias por la información sigan publicando.

26 de agosto de 2011, 14:47

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